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CUIDANDO LA HERENCIA

Por Pastor Jeremías Bolaños*

 

Tuve el enorme privilegio de nacer y crecer en un hogar cristiano. Mis padres, personas humildes, pero llenos de Dios. De pequeño me enseñaron a congregarme. En aquel tiempo uno llegaba al templo con la Biblia y el himnario en la mano; se arrodillaba en el altar y oraba hasta que el pastor anunciaba el inicio del culto. Recibí a Cristo, como el Salvador de mi alma, a la edad de siete años.

A los veintiún años, me casé con la joven Ana Paz Rodríguez (Pacita) y procreamos cuatro hijos, a quienes criamos en la “disciplina y amonestación del Señor”; a tal grado, que hoy de adultos le sirven al Señor con todo su corazón. Estos cuatro hijos, son la “herencia” que Jehová nuestro Dios nos quiso dar. Y si son herencia del Señor, ¿Qué hacemos los padres para cuidar dicha herencia?

Al leer el capítulo uno, del libro de Job, identifico tres maneras de cuidar dicha herencia: Una es por medio del buen ejemplo. Otra, por medio del cuidado y protección de la vida espiritual y la última, por medio de la provisión a las necesidades de nuestros hijos.

Consideremos de una en una, estas tres maneras de cuidar la herencia.

En primer lugar: Cuidando la “herencia” por medio del buen ejemplo caracterizado por la integridad de los padres.

Por integridad se va a entender, estado de lo que está completo o que tiene todas sus partes. Según el Diccionario Manual de la Lengua española. Hombría de bien, probidad, honradez, rectitud, entereza, virginidad. Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos de la Lengua Española.

En el libro de Job se describe la integridad de cuatro formas:

1. Perfecto. Sin defecto moral, inocente, maduro e intachable. Tomemos este parámetro como el deber ser. Como el alto ideal que debemos anhelar, como una meta que luchamos por alcanzar. Admitamos que padres perfectos no hay, debemos buscarlos como aguja en el pajar. Sin embargo, debemos hacer una revisión de nuestra conducta ante nuestros hijos y mejorar aquellas indeseables.

2. Recto. Derecho en su proceder. “Mi padre es trabajador, generoso, amoroso, pero, no paga lo que debe”, dijo una hija de un hombre cristiano, miembro de una iglesia. No basta actuar bien en unas prácticas, hay que hacerlo bien en todo.

3. Temeroso de Dios. Rectitud de vida y reverencia a Dios. Dichosos los hijos que cuentan con padres temerosos de Dios. Porque el padre que teme a Dios no quebranta el pacto matrimonial, es responsable con las obligaciones de la casa. Conduce a los hijos por el buen camino. Es fiel en la iglesia. Ora a Dios, lee la Biblia, ama a su esposa y a sus hijos, es fiel y responsable con sus obligaciones financieras, en fin.

4. Apartado del mal. Se sabe que el mal es la antítesis del bien. El mal está relacionado con el pecado en todas sus manifestaciones. Es la obra maestra del enemigo de nuestras almas, quien anda como león rugiente buscando a quien devorar. El mal es la herencia pecaminosa que nos heredaron nuestros primeros padres allá en el Edén. “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” Romanos 3:23.

Se dijo de Job que era un hombre “apartado del mal”. Un padre que se aparta del mal es aquel que no malgasta su dinero en los juegos de azar, no se emborracha, no roba, no le pega a su mujer, no maltrata a sus hijos. Obedece el postulado que dice “apártate del mal y haz el bien” Salmo 34:14

De la integridad de Job dio testimonio nuestro Dios, cuando dijo: “Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa?” Job 2:3

¿Ha pensado usted, como los seres humanos vivimos pendientes del qué dirán? ¿Y perdemos nuestra libertad e identidad? No digo que no sea importante vivir pendiente “del qué dirán” Pero es más importante lo que pienso de mí mismo. Y aún esto no es determinante para nuestra felicidad. Lo más importante es lo que Dios dice de nosotros. Y de Job, Dios mismo dio testimonio diciendo que no había otro como él en la tierra. Esta es la clase de padre que era Job. La vida intachable de este varón de Dios constituía un modelo de padre.

En segundo lugar: Cuidamos la herencia, por medio del cuidado y protección espiritual de nuestros hijos.

Job 1:4-5 “E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que comiesen y bebiesen con ellos. 5 Y acontecía que habiendo pasado en turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera hacía todos los días”

Aquí encontramos a un papá debidamente preocupado por la salud espiritual de los hijos. A ciencia cierta no se sabe si estos banquetes los hacían todos los días. Podrían haber celebrado fiestas de cumpleaños, aniversarios, eventos de la vida familiar, nuevas lunas, fiestas locales, entre otras. Lo cierto es que se caracterizaban por ser fiesteros. ¿Qué pasaba en esas fiestas? Solamente nos imaginamos: embriaguez, mujeres, música, baile, comida, orgías. Probablemente al calor del ambiente, los muchachos pronunciaban palabras soeces y expresiones contra Dios. Por ello, el padre Job se preocupaba y se levantaba de mañana a ofrecer sacrificios a Dios para la purificación de sus muchachos: siete hijos y tres hijas.

Y Job decía: quizás mis hijos han blasfemado contra Dios. *La blasfemia se refiere a cualquier dicho, acción o pensamiento que deshonra o difama la naturaleza o nombre de Dios. En el NT está asociada con aquellos que denigran el nombre de Dios, Jesús o el Espíritu Santo. En Mt. 12:31–32; Mr. 3:28–30 y Lc. 12:10 se afirma que la blasfemia contra el Espíritu Santo es un pecado imperdonable. Se ha interpretado esta afirmación en el sentido del rechazo del espíritu de verdad, i.e., la falta de arrepentimiento o incredulidad, que hace imposible el perdón. En el contexto bíblico se refiere específicamente a atribuir a Beelzebú, el príncipe de los demonios, los milagros que Jesús hacía por el poder del Espíritu de Dios. Diccionario Hispano Americano de la Misión

*Deiros, P. A. (2006). Prefacio a la Edición Electrónica. En Diccionario Hispano-Americano de la Misio´n. Bellingham, WA: Logos Research Systems.

¿Hasta qué punto los padres estamos auténticamente preocupados por el bienestar espiritual de nuestros hijos? A muchos de nosotros no nos importa qué hacen nuestros hijos en la escuela, con qué clase de amigos caminan, en qué ocupan los ratos libres, si están consumiendo drogas, cigarrillos o bebidas embriagantes, si andan con mujeres. No nos importa si las hijas salen embarazadas en la misma adolescencia. No vamos a la escuela o colegio, a las reuniones de padres de familia, no preguntamos por su conducta, ni revisamos sus cuadernos; no sabemos qué llevan en sus mochilas, en fin.

Creo que es tiempo de asumir nuestro papel, el rol de ser verdaderos padres, a quienes nos importa nuestros hijos. Nos interesa asegurar su futuro mediante la oración diaria por cada uno de ellos. Hoy en día, ya no se ofrecen holocaustos como en los tiempos de Job. Pero hay un Dios en los cielos, esperando por nosotros y nos dice “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” Jeremías 33:3.

Amigos y hermanos, practiquemos la oración diaria, clamemos para que Dios proteja del mal a nuestros hijos. Sabemos de los grandes peligros que a ellos les asechan. Ejerzamos la disciplina a tiempo, la reunión familiar, la asistencia a la iglesia, la oración de intercesión por nuestros hijos. No se puede delegar a las instituciones la formación espiritual.

Hoy ha entrado en discusión la más descabellada moción de prohibir el castigo físico a los hijos, imitando lo que hace Estados Unidos, cuyo resultado es la gran decadencia de valores morales en la juventud, que se crió si ninguna disciplina; llegan al grado de citar a los padres en las cortes, si son amenazados con ser castigados. Recordemos que la Palabra de Dios nos dice en Proverbios 13:24 “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”.

Existe un castigo que llega a ser maltrato físico, con el cual no estamos de acuerdo. Por otro lado está la falta total de castigo, lo cual produce en el hijo un libertinaje sin control. Nosotros defendemos el equilibrio entre ambos. Al hijo no se le castiga con el zapato, ni con tizones o palos. No se le dan cachetadas, ni golpes en la cabeza, ni amarrarlos en la pata de la mesa, no se le queman las manos ni se le dan puntapiés. Ellos cuentan con una buena musculatura en la parte posterior media de la anatomía humana, lista para recibir un amoroso castigo con vara, (llámese cincho, o regla) la vara de la corrección. A la hora de castigar es necesario explicar el por qué se está aplicando. Este razonamiento hace que los hijos crezcan y no guarden resentimiento en contra de los padres; por el contrario, lo van a agradecer eternamente.

Y lo tercero que debemos hacer para cuidar la “herencia de Jehová” es suplir sus necesidades.

Abrahan Maslox ha identificado diferentes categorías de necesidades, entre otras 1.- Las necesidades fisiológicas tales como agua, comida, aire, dormir. 2. Necesidades de seguridad, tales como vivienda, seguro médico, trabajo, jubilación. 3.- Necesidades de pertenencia, es decir: familia, amigos, pareja, club, barrio, comunidad. 4. Estima. Tales como autoestima, perfumes, adornos, vestido. Y 5. La necesidad de llegar a ser alguien en la vida. Aquí entra el autodesarrollo, la educación en valores y la formación espiritual.

La Palabra de Dios nos dice en 1 Tim.5:8 “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”

HE AQUÍ NUESTRO RETO

Es mi oración por los esposos, para que se amen y construyan matrimonios estables. ¨Por los padres que Dios los ayude en la enorme tarea de criar a los hijos en la disciplina y amonestación del Señor. Por los hijos para que crezcan en obediencia y sujeción a aquellos que Dios les dio para que sean sus padres. ¡Que Dios bendiga vuestras vidas!

*El autor al momento de escribir, es el Superintendente General de la Conferencia Evangélica de las Asambleas de Dios de El Salvador en la América Central.

 

 

 

 

 
 

 

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