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SENTIMIENTO CRISTIANO EN LA POESÍA DE AMADO NERVO

Por Lic. Vladimir Orellana Cárcamo*

Sin duda alguna, la poesía constituye una de las expresiones literarias que mejor interpreta las vivencias que tiene el ser humano con Dios. Y el poeta sabe descifrar los misterios de la vida, y darlos a conocer a través de melodiosos versos.

También, tiene la virtud de adentrarse en el ámbito espiritual. Los poetas, aunque no sean religiosos, intuyen con asombro, la presencia divina en la vida y en la naturaleza.

Al respecto, el poeta romántico español, José Zorrilla, (1817-1893) confiesa que su creatividad artística, proviene del Altísimo. Oigamos lo que dice al respecto en los siguientes versos: Yo soy el poeta cuyo estro se inspira del Dios de los mundos lanzándose en pos, yo soy el poeta feliz que respira el aura que viene del soplo de Dios; En esta oportunidad haremos referencia en forma general del sentimiento cristiano que aflora y palpita, en una gran parte de la obra, del poeta y prosista mexicano Amado Nervo.

En la mayor parte de antologías poéticas que circulan en América Latina, casi siempre aparecen poemas de corte filosófico y de índole amoroso, del poeta en mención. Pero sus composiciones de contenido místico o religioso no son frecuentemente publicadas. Esto, a pesar de que Amado Nervo, también escribió versos en los cuales comparte sus experiencias espirituales.

En aras de conocer datos importantes sobre la vida y trayectoria del poeta, presentamos una sinopsis de su biografía. I. Nota bio-bibliográfica sobre el autor Amado Nervo, es el seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, nacido el 27 de agosto de 1870, en la pequeña ciudad de Tepic, (México), y murió en Montevideo, el 10 de noviembre de 1919. Su formación inicial básica la recibió en su comarca natal. Además, en un seminario de la ciudad de Zamora, durante su primera juventud, realizó estudios religiosos, “que no completó pero que dejaron honda huella en su personalidad de creyente fiel”. ( Veiravé, 1976: 203).

A sus 24 años de edad, abandona su pueblo, y llega a la ciudad de México, lleno de inquietudes y sueños literarios. En la capital azteca recibe el apoyo del connotado poeta Manuel Gutiérrez Nájera, quien le abre espacio en su “Revista Azul”, para que el joven provinciano publique sus primeros poemas. Incursiona en el campo periodístico, y su perseverancia y talento le permiten convertirse en 1895, en colaborador del diario “El Nacional”. Entre 1898 y 1900, fundó y dirigió, con el escritor Jesús Emilio Valenzuela, la “Revista Moderna”.

En 1900 el diario mexicano “El Imparcial” lo envió como corresponsal a Francia, para dar cobertura periodística a la Exposición Universal de París. En dicha ciudad entabló una fraternal amistad con Rubén Darío, y conoce a Ana Cecilia Luisa Dailliez, la mujer que sería su compañera de vida. Tras la muerte prematura, en 1912, de Ana Cecilia, Amado Nervo, escribe “La amada inmóvil”, uno de sus libros de poesía más conmovedores, en el que lamenta el fallecimiento de la mujer que amó tanto.

Además, Amado Nervo, hizo carrera diplomática, representando a su país, en Madrid, Buenos Aires y Montevideo. Su legado literario. Entre las obras poéticas destacan: “Perlas Negras y Místicas” (1898), “Poemas” (1901), “El éxodo y las flores del camino” (1902), “Las voces” (1904), “Jardines interiores” (1905), “Serenidad” (1914), “Elevación” (1917), “La amada inmóvil”, (edición póstuma, 1922). En prosa sobresalen: “El bachiller” (novela, 1895), “En torno a la guerra” (edición póstuma, colección de artículos y crónicas, 1928).

II. Aproximación a uno de sus poemas Hace cien años precisamente, Amado Nervo publicó Elevación, una obra poética de acendrado acento lírico y místico, en la cual promulga su concepción particular de Dios. Es un libro de hondo sentir humano y cristiano.

Es decir, le canta a la vida y a los favores otorgados por parte del Omnipotente. En Elevación se refleja el perfil espiritual de Amado Nervo; en sus versos, la presencia de Cristo irradia esperanza a la vida del poeta. Incluso en un bello soneto titulado “Si Tú me dices ven”, le declara que estará presto a su llamado.

Lo anterior se advierte en el siguiente fragmento:

Si tú me dices: “Ven”, todo lo dejo. Llegaré a tu santuario casi viejo, y al fulgor de la luz crepuscular; más he de recompensarte mi retardo, difundiéndome ¡Oh Cristo! Como un nardo de perfume sutil ante tu altar. Qué interesante conocer la disposición del bardo mexicano hacia el llamado divino.

Pero lo que más me sorprende, es el anhelo de Amado Nervo por hacer de su vida de poeta, una sincera alabanza con su conducta y con su canto. De su rico repertorio literario incluido en su libro Elevación, realizaré un comentario de uno de sus singulares textos; me refiero al poema TÚ, hermosa joya literaria, a través de la cual el autor celebra y resalta los atributos de la omnipresencia divina.

Presento a continuación el poema antes mencionado:

TÚ Señor, Señor, Tú antes, Tú después, Tú en la inmensa hondura del vacío y en la hondura interior; Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa; Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor. Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir; Tú en todas las transfiguraciones y en todo el padecer; Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas; Tú en el beso primero y en el beso postrer. Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros; Tú en la frivolidad quinceañera, y también en las graves ternezas de los años maduros; Tú en la más negra sima, Tú en el más alto edén. Si la ciencia engreída no te ve, yo te veo; si sus labios te niegan, yo te proclamaré. Por cada hombre que duda, mi alma grita: «Yo creo». ¡Y con cada fe muerta se agiganta mi fe!

Desde la primera estrofa, constituida por cuatro versos de arte mayor, específicamente de versos alejandrinos (de 14 sílabas métricas) el poeta con reverencia se dirige a Cristo para decirle que Él está al principio y “después” de cada acontecimiento feliz o aciago por el que atraviesa el ser humano. Asimismo, declara que el Altísimo permanece en la inmensidad del vacío existencial, que algunas veces nos agobia.

También recalca Amado Nervo, que Dios está en la interioridad o en los rincones del alma de las personas para llenarlas de consuelo. Con acento jubiloso, el bardo, haciendo uso de una hermosa prosopopeya, manifiesta que el Señor, fulgura con su presencia amorosa: “Tú en la aurora que canta y en la noche que piensa”.

Finaliza el primer cuarteto con una declaración esperanzadora: “Tú en la flor de los cardos y en los cardos sin flor”. En el verso anterior, el escritor pretende comunicarnos que Cristo nos acompaña en las ásperas jornadas, pero que al final, saboreamos frutos de satisfacción.

También aduce que permanece en los momentos donde sobrevienen períodos de angustia, que hieren cual espinos; sin embargo, en medio de esas circunstancias difíciles, la gracia del Señor se deja sentir con su bálsamo confortante.

Por su parte, en la segunda estrofa, el poeta reconoce, que así como el Eterno está presente en los extremos de la esfera celeste:

“Tú en el cenit a un tiempo y en el nadir”, también lo está en los momentos antitéticos de la vida diaria, donde, por ejemplo, experimentamos tristeza por la muerte de un ser querido o júbilo por los dones recibidos. Con justa razón el bardo mexicano le expresa al omnipresente Dios: “ …Tú en todas/ las transfiguraciones y en todo el padecer;/ Tú en la capilla fúnebre y en la noche de bodas;/ Tú en el beso primero y en el beso postrer”.

En el tercer cuarteto, de una forma elegante y llena de mucha ternura, Amado Nervo, prosigue declarando que la luminosa presencia del Altísimo alumbra las distintas estaciones de la vida humana.

Para el poeta, el Señor con su mano de bondad, derrama entusiasmo en el génesis lozano de la juventud; asimismo, colma de paz y bienaventuranza a las personas, quienes después de bregar en este mundo, por alcanzar sus nobles ideales, reposan en la estancia otoñal del tiempo.

Con estilo solemne, el autor testifica al respecto: “Tú en los ojos azules y en los ojos oscuros;/ Tú en la frivolidad quinceañera, y también/ en las graves ternezas de los años maduros”. El escritor concluye su poema, con una ferviente apología de la fe cristiana, frente a la “ciencia” que trata de invisibilizar a Dios.

Sin embargo, cabe destacar que el poeta no rechaza a la ciencia como medio para descubrir el conocimiento y la verdad. ¡No! ¡De ninguna manera! Lo que Amado Nervo le cuestiona es su orgullo o ceguera, por no darle importancia a la divinidad. Es pertinente señalar que en otro de sus libros, el cual lleva como título: Serenidad, se encuentra un poema titulado “Hospitalidad”, en el cual el autor se entristece porque el Señor no tiene cabida en la ciencia de su época.

Leamos el siguiente fragmento: Cristo, la ciencia moderna te arroja sin compasión de todas partes: ¡no tienes dónde residir, Señor! Las teorías positivas y la experimentación materialista no dejan sitio en los orbes a Dios. Pero volviendo al poema, objeto de nuestro comentario, resulta gratificante advertir como Amado Nervo, sin temor a ser tildado de “religioso” por la intelectualidad y los círculos científicos de su tiempo, declara en la última estrofa que si la ciencia niega a Dios, él lo anunciará con sus versos.

Y además, agrega el escritor que su convicción cristiana no decae ante el escepticismo o increencia religiosa. Por el contrario, la duda de sus congéneres, lo hace cantar con la firme certeza de un creyente: Por cada hombre que duda, mi alma grita “¡Yo creo!” ¡Y con cada fe muerta, se agiganta mi fe!

III. Valoración final Amado Nervo, a pesar de haber sido un representante del Modernismo literario, no sólo escribió versos para recrear temas sobre símbolos del mundo griego, o tópicos de hondo sentir filosófico a través de un lenguaje armonioso, tal como era el gusto de los poetas modernistas. También la musa cristiana “inspiró” sus letras.

Si bien es cierto que el poeta, de quien nos ocupamos, le cantó a diversas temáticas seculares, como el amor hacia la mujer, la esperanza, el destino y el dolor humano entre otros. No obstante, en tres de sus obras poéticas: “En voz baja”, “Serenidad”, y “Elevación”, se advierte con gran intensidad el sentimiento y la devoción cristiana por parte de un hombre de letras, que no se avergonzó de exaltar a Cristo en sus poemas.

 *El autor es catedrático del Departamento de Letras de la Universidad de El Salvador. Escribe poesía, ensayo y teatro. Ha publicado: “Jesús en nuestro diario caminar” ( Meditaciones, 2010) y “Guerrero de luz” (poesía, 2014). Es miembro de la Asamblea de Dios, “Ministerio Canaán” de Soyapango.

 

 

 
 

 

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