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EL PASTOR CULTIVA LAS BUENAS RELACIONES INTERPERSONALES

Por: Jeremías Bolaños Anaya*

José Fidel Amaya, (en la presencia del Señor), Superintendente General de la Conferencia en la década de los años setenta, dijo en cierta ocasión: “Todo pastor debe lidiar con ovejas y cabritos, que a veces cornean”. Con justa razón lo expresó.

Una vez viajamos juntos a buscar la solución de un problema en una iglesia. En la entrada nos encontramos al Pastor. En otras circunstancias nos hubiera dicho “bienvenidos”, pero aquí todo fue diferente; el amado consiervo, nos miró a los ojos y con una pregunta, dejó claro el sentir de su corazón: “¿Qué hacen aquí, perros? ¡Vayan a ladrar a otro lado!”- dijo. Hermano Fidel, con su característica sonrisa, lo exhortó: “No diga eso hermano”- y, lo abrazó. Sin embargo, no fue posible dirigirnos a la congregación, a la que había costado llegar.

Todo ser humano, para ser feliz, depende de las buenas relaciones interpersonales, especialmente los pastores, que por la naturaleza de su trabajo, debemos interactuar con personas.

EL EJEMPLO DE MOISÉS

Moisés enfrentó al pueblo de Israel que le hacía la vida imposible en el desierto. ¿Qué lecciones aprendemos de su ejemplo acerca de las relaciones interpersonales?

Lo primero que debemos asegurarnos para cultivar las buenas relaciones interpersonales, es nuestra relación personal con Dios. Éxodo capítulo 3. 9, 10 señala que Dios habló con Moisés y le advierte: “El clamor de los hijos de Israel ha llegado a mi presencia…Por lo tanto, ven ahora, que voy a enviarte al faraón para que saques de Egipto a mi pueblo…” En adelante, aquel gran varón, debió lidiar con diferentes caracteres de sus conciudadanos. Pero no haría, ni diría nada que no fuera del consentimiento del Soberano.

Dime cuán cerca estás de Dios, y te diré cómo te relacionas con las personas. No se puede estar en paz con los demás, si no se está en paz con Dios; ni pedir obediencia, cuando no existe obediencia del Pastor hacia Dios; ni sujeción, si no hay sujeción; lealtad, si no hay lealtad; temor, si no hay temor a Dios.

NO SEAS OTRO EDOM

En el libro de Abdías capítulo uno versículos doce al catorce leemos: “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano, en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la angustia. No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no, no debiste haber mirado su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad. Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia”.

Respecto a este pasaje bíblico, William McDonald, comenta: “Los edomitas no debieron haberse alegrado cuando vieron que Jerusalén era atacada. No debieron haberse recreado, ni jactado, ni ayudado a saquear la ciudad. No debieron haber matado a los judíos que huían, ni haber entregado los que quedaban al enemigo. El cuadro que se nos presenta aquí es un Edom desenfrenado, totalmente frío y despiadado en su trato cruel del pueblo de Dios.

Edom fue completamente inmisericorde, sin mostrar ni pizca de compasión para con su hermano Jacob. Tal vez esta traición familiar fue una de las razones por las que su juicio fue tan terminante” (Comentario Bíblico de William MacDonald, libro de Abdías).

Si bien, el mensaje está expresado en tiempo gramatical pasado, utilizando la frase “no debiste”, es posible conjugarlo al tiempo presente, aplicándolo al momento actual.

Y, con el permiso de los exégetas, le quiero compartir siete exhortaciones éticas para cultivar las buenas relaciones interpersonales entre pastores.

1. No alegrarnos por la calamidad de nuestros colegas. “No debiste alegrarte en el día de tu hermano, del día de su desgracia.”(RV1995) Pues persiste la muy mala costumbre de alegrarnos cuando uno de nuestros compañeros cae en alguna desgracia. Y allí nos agrupamos para hablar del “asunto” -¿Ya saben la última? -No. -Fracasó aquel, lo agarraron con las manos en la masa. -No! -¿Y cómo fue? - Lo hallaron. -Y aquel se hizo cargo? -Claro, no tuvo como negarlo. Y así, en vez de orar, lo hacemos broma. A mí me parece que la actitud correcta hacia el Pastor que ha fracasado es orar por él, por su familia; dolernos por un soldado herido y buscar su restauración. La Biblia dice en Prov.17:5b “Y el que se alegra de la calamidad no quedará sin castigo” También Prov. 24:17-18: “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, Y cuando tropezare, no se alegre tu corazón; No sea que Jehová lo mire, y le desagrade, Y aparte de sobre él su enojo”.

2. No debemos hacer burla del que ha caído. La segunda parte del versículo 12 dice: “No debiste alegrarte de los hijos de Judá el día en que perecieron, ni debiste burlarte en el día de su angustia” Este es el otro problema. No solo demostramos alegría, sino que dejamos escapar las carcajadas, no pensando que el día de mañana podemos ser nosotros. Haríamos bien en acatar el consejo de 1 Samuel 2:3 “No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, y a él toca el pesar las acciones”.

3. No debemos jactarnos en el día de la angustia del hermano. “No debiste haberte jactado en el día de la angustia” La jactancia no es otra cosa que “muestra excesiva de orgullo que hace una persona de lo que considera que son sus virtudes o bienes propios. Presunción”. (Diccionario Manual de la Lengua Española Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L). Al inicio demostramos alegría al ver caer al hermano, luego nos burlamos de él. Y ahora, hasta hacemos gala de nuestras virtudes. “Yo nunca he pecado”. “Me considero fuerte, inmune” “De mí, el diablo huye” “La razón es que soy un hombre de oración y ayuno” En vez de jactarnos, es mejor humillarnos delante del Señor para que él nos exalte cuando sea tiempo.

4. No debemos acabar con lo poco que le queda al pastor que ha fracasado. “No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo en el día de su quebrantamiento; no debiste alegrarte de su mal en el día de su quebranto, ni haber echado mano a sus bienes en el día de su calamidad” RV1995. Cuando digo “lo poco que le queda” me refiero a la poca dignidad, la poca honra, el poco prestigio. Es mejor orar por él para para que Dios, a su tiempo, lo pueda reivindicar. “Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; más los impíos caerán en el mal”. Prov. 24:16. Dios, “no dejará para siempre caído al justo”. Salmo 55:32.

5. Debemos ser considerados con la familia del que peca. Tomando en cuenta que el pecado es contra Dios y Él es quien juzga, castiga y levanta por su misericordia. “Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapaban”RV1995. Las consecuencias del fracaso del Pastor, las sufren los miembros de su grupo familiar: su esposa, sus hijos, especialmente. De tal manera que juzgar es fácil. Ser ministros de la gracia es menos fácil. En tantos años de administrar la obra del Señor he conocido casos de casos, donde he visto llorar a la esposa y los hijos. Ha sido necesario explicarles que es mejor someterse al proceso de disciplina restauradora para que al pasar el vendaval, el Pastor y la familia, con la frente en alto, reinician su ministerio hasta con mayor bendición. Mejor es la palabra de consuelo que la amenaza destructora.

6. No debemos tenderle trampa a nuestro hermano para verlo fracasar. “Pararse en la encrucijada para matar a los que de ellos escapaban”, equivale a tenderle trampa con el fin de hacer caer. Esto sería el colmo. Se ha conocido casos de obreros a quienes una persona del sexo opuesto ha utilizado “sus buenos oficios” para hacerlos caer. Esto viene desde el Génesis, como el caso de la mujer de Potifar y José. El ministro debe ser sabio, juicioso y de buen discernimiento, con el fin de que sea precavido y temeroso de Dios. Santiago 1:7 “Someteos pues, a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros”.

7. No debemos entregar a la muerte a nuestro hermano, más bien debemos de luchar para que viva. “Ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de la angustia”RV1995. No hacer leña, pues, del árbol caído” “No darle el tiro de gracia al soldado herido” Nuestra misión debería ser la de restaurar al Pastor. Fidel Molina lo hizo con Víctor Basil, José Cardona y quién sabe, con cuántos más.

El versículo 15 es un cierre impresionante cuando dice: “Porque cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones. Como tú hiciste se hará contigo, tu recompensa volverá sobre tu cabeza” (Énfasis del autor) Véase Gálatas 6:7. Un himno antiguo contiene una estrofa que dice: “Si a tu hermano ves caer, sé un héroe. Vive presto el bien hacer, sé un héroe. Por Jesús es tu deber, su Palabra proclamad.

Sus bondades alabar, sé un héroe” Seamos héroes. Está a nuestro alcance el ser ministros de la gracia antes de actuar como jueces sin misericordia. La lección aquí, es que no debemos alegrarnos con el mal ajeno. “

 

*El autor es el Superintendente General de las Asambleas de Dios de El Salvador.

 

 

 
 

 

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