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FAMILIAS RECONCILIADAS = HOGARES FELICES

Por Fidel Antonio Molina*
fidelmolina@luzyvida.com.sv

 

Toda familia tiene problemas, quiera o no. Entonces, esto la obliga a desarrollar la práctica del perdón y reconcilio. Definamos la palabra reconciliar: hacer que personas enemistadas, establezcan entre sí una relación de armonía, paz y justicia. Atraer y acordar los ánimos desunidos.

Este término se usa en la Biblia para:

1. Señalar lo que los discípulos deben hacer unos con otros (Mt. 5:24; Lc. 12:58).

2. Mostrar lo que Dios mismo ha logrado con la muerte y resurrección de Cristo, restableciendo la comunión de los pecadores con él (Ro. 5:10; 2 Co. 5:18).

3.Indicar el deber del pecador con respecto a Dios, aceptar el perdón divino y entrar en una correcta relación con él por medio de Jesucristo (2 Co. 5:20).

El matrimonio se fundamenta en el artículo treinta y dos de la Constitución de la República de El Salvador, que dice: “La base fundamental de la sociedad es la familia”. Aquí se basa el artículo once del Código de Familia que define el matrimonio como “la unión legal entre un hombre y una mujer para establecer una plena y permanente comunidad de vida”.

No hay hogar perfecto. Está comprobado que la mayoría de las familias, sino todas, tienen conflictos que ocasionalmente le roban la felicidad y el gozo al hogar. Conocí el caso de un matrimonio de recién casados a quienes la luna de miel les duró muy poco.  Al intervenir para ayudarles descubrí por qué la luna de miel se les convirtió en luna de hiel. Los pleitos y discusiones entre ambos surgían siempre que tomaban sopa. A la joven esposa le disgustaba ver que su esposo usara una cuchara grande. Por el contrario, a él le molestaba ver que su esposa  lo hiciera con cuchara pequeña. ¡Puras niñerías!

Al tratar el caso y descubrir la causa de los problemas, les pedí que no volvieran a tomar sopa.  Parece que tomaron mi consejo, porque tienen más de cuarenta de años de casados y aún siguen juntos. No puedo olvidar aquel día en que se reconciliaron, pidiendo perdón y comprometiéndose a ser felices desde ese momento en adelante.
¡Qué importante es reconocer nuestros errores y ser humildes para corregirlos y reconciliarnos! Mientras no haya humildad nos atrapará el orgullo y no nos dejará reconocer la necesidad de la reconciliación familiar.

Dije al inicio que no hay hogar perfecto, hay matrimonios a los que se les esfumó el amor; ya no duermen en la misma cama, o se van a dormir a otro cuarto;  peor aún, cuando ya no viven en la misma casa, ya no cumplen con el deber conyugal. Hay esposas que exponen al adulterio a sus esposos, pues cuando buscan intimidad, ellas se niegan.

Antes de condenar la actitud de la esposa, deberíamos buscar las causas. Probablemente ella se sienta ofendida, dañada o molesta por algún conflicto no resuelto. Es aquí donde la comunicación, y ante todo la reconciliación, juegan un papel de vital importancia.

En nuestra cultura machista si el hombre falla, la mujer lo perdona; pero si es la mujer quien cometió la falta, difícilmente él la perdona. Todo el capítulo siete de la Primera Carta a los Corintios trata de los problemas matrimoniales y de la solución de éstos.  Los versículos claves del capítulo son el diez y el once.  La Palabra aconseja no separarse; y si ha habido algún problema, ¡reconcíliense! Quien cometió el daño pida perdón, y el ofendido perdone.  Este es verdadero reconcilio.

El mundo está en crisis, las familias desintegradas, la moral tirada por el suelo, la delincuencia juvenil en todas partes.  El remedio es que las familias estén en armonía entre sí y con Dios.  Como fruto de ésta el hogar disfrutará de:

  1. Paz (Ef. 2:16-17)
  2. Comunión con Dios (Ef. 2:18)
  3. Seguridad de Salvación (Ro. 5:10)

Si la familia cultiva la amistad siempre tendrá gozo, paz, felicidad y progreso. Problemas siempre tendrán, pero los superarán si aprenden a reconciliarse. Siempre que la familia fomente estas cualidades, cualquiera sea, tendrá una convivencia pacífica, relaciones saludables y un final feliz. 

 

* El escritor es Subdirector de la Revista Luz y Vida. A la vez, pastorea la Iglesia El Jordán de las Asambleas de Dios en Mejicanos, San Salvador.

 

 

 
 

 

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