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RECONCILIARSE CON LA DOCTRINA
Una necesidad apremiante

Por Jeremías Bolaños*
jeremias43@integra.com.sv


Preocupa ver cristianos que andan como nubes llevadas por todo viento de doctrina, de aquí para allá y de allá para acá.  Otros, no sintiéndose bien en sus iglesias, vienen a las nuestras, y de las nuestras van a otras. Uno se pregunta: ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta inestabilidad en la doctrina y en la práctica de la fe?

El apóstol Pablo escribió: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán  la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Ti. 4:3-4). La experiencia ha demostrado que es más fácil creer en la mentira que en la verdad.

En el país de India abundan los encantadores de serpientes. Atraen a multitudes con sus encantamientos. De igual manera existen predicadores que atraen a las multitudes y las llevan tras sí, proponiéndose como líderes infalibles, que no son sino “maestros que andan conforme a sus propias concupiscencias”. Es nuestro deber  identificar a esos  falsos predicadores: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no os maravilléis, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras”. (1 Co. 11:13-15).

¿Cuáles son sus características?

Son expertos en imitar y con su palabrerío engañan a muchos. El escritor sagrado escribió acerca de ellos: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita”. (2 Ti. 3:1-5).

Presumen recibir  nuevas revelaciones y hablan como si fueran Dios mismo; toman el nombre de Jehová en vano. Dicen, por ejemplo: “He aquí yo te ordeno: deja  a tu esposo y cásate con otro”, “deja de estudiar y haz un viaje”, “sal de tu casa”,  “cásate con fulana”, “dona tu casa”, entre otros desaciertos. El  instruido en la Palabra no tan fácil se deja convencer de tales maestros fraudulentos.  A éstos que dicen ser apóstoles y no lo son les dice la Palabra de Dios: “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de éste libro. Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en éste libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de ésta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en éste libro” (Ap. 22:18-19).

Tienen un elevado concepto de sí mismos y ven con menosprecio a los que no los siguen u obedecen. En la Iglesia no deben existir príncipes ni plebeyos, sabios ni ignorantes, pequeños ni grandes, judíos ni gentiles. Todos valemos igual delante del Señor.  “Digo, pues, por la gracia que me ha es dada, a cada  cual que esté entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de  fe que Dios repartió a cada uno”. (Ro. 12:3).

Se consideran voceros absolutos de Dios. Entre los mortales no hay infalibles, intocables e inequívocos. La Palabra dice “Sea Dios veraz y todo hombre mentiroso” (Ro. 3:4.)

Explico la descripción que Pablo hace de ellos, y que cité líneas atrás (2 Ti. 3:1-5)

  • “Amadores de sí mismos” No socializados. No comparten con nadie. Viven para sí.
  •  “Avaros”.  Apegados desmedidamente a las riquezas. Caracterizados por el materialismo.
  • “Vanagloriosos” Vanos, presumidos y orgullosos, arrogantes. Resistentes a la educación.
  •  “Soberbios” Altivos, arrogantes.
  •  “Blasfemos” Insultan a Dios. Dicen palabras injuriosas contra algo digno de respeto.
  •  “Desobedientes a los padres” Obvio.
  • “Ingratos” Carentes de gratitud. No corresponden al favor hecho.
  •  “Impíos”  Faltos de piedad. Incrédulos,  materialistas, irreligiosos, infieles, paganos, libertinos, racionalistas, apóstatas, herejes, sacrílegos, blasfemos.
  •  “Sin afecto natural” O insensibles.
  •  “Implacables” Que no se pueden  aplacar o calmar. Carentes de dominio propio
  •  “Calumniadores” Que levantan calumnias o acusación falsa contra la reputación de alguien.
  •  “Intemperantes”  O libertinos
  •  “Crueles” Fieros, violentos, sanguinarios y despiadados.
  •  “Aborrecedores de lo bueno” Su corazón inclinado solamente al mal, como en los días de Noé.
  •  “Traicioneros”
  •  “Impetuosos” Violentos, precipitados e impulsivos.
  •  “Infatuados” Vanidosos
  •  “Amadores de los deleites más que de Dios” Es decir más amigos del placer que de Dios.
  •  “Aparentarán ser piadosos” Viven de la apariencia.

 

Han inventado un nuevo don: el don de sospecha. Se consideran perseguidos.

1.7 Ejercen autoridad absoluta sobre los que los siguen. Son, por lo tanto, anti denominacionales. No reconocen estructuras ni reglamentos, ni se someten en amor a ninguna autoridad, porque ellos presumen ser la autoridad.

2.- ¿Qué doctrinas propagan?
2.1 El Cristo rico. Afirman que Cristo no fue pobre, puesto que reyes del oriente lo visitaron en Belén y le ofrecieron valiosos presentes. Que de ser pobre, nadie se habría acordado de él. Para refutar eso, léase la ocasión cuando fue presentado en el templo. Sus padres José y María, trajeron la ofrenda de los pobres. (Lc. 2:22-24).
2.2 El Cristo creado. Son maestros de la doctrina de la subordinación.
2.3 El neopentecostalismo. Creen en el bautismo en el Espíritu Santo sin hablar en lenguas.
2.4 Enseñan que el rapto de la iglesia será después de la gran tribulación.
2.5 Incluyen el ritual judío en el culto pentecostal.
2.6 Practican la liberación de los creyentes del poder del demonio por medio del vómito, la orina, los gases, el sudor, las lágrimas, los mocos, los estornudos, entre otros vagabunderías.
2.7 Fomentan la doctrina de la prosperidad.
2.8 Hablan de la súper fe o confesión positiva.
2.9 Hacen oración por los muertos.
2.10 Reparten sobres y trapos ungidos, aceite santo, rosas benditas.
2.11 Usan música de contenido no cristiano.

3. ¿Por qué caen en doctrinas erróneas los pastores e iglesias?
3.1 Por ignorar las Sagradas Escrituras. Cristo dijo: “Erráis ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mt. 22:29).
3.2 Por hacer mal uso de la Hermenéutica. Cuando el falso maestro saca el texto de su contexto, es para usarlo como pretexto para engañar a los ignorantes. Ignorar la hermenéutica ha provocado el surgimiento de tanta herejía en el mundo religioso.
3.3 Por prestar atención a los llamados profetas. Los perezosos que no leen la Biblia buscan a un profeta que los pueda aconsejar para tomar decisiones importantes.
3.4 Por seguir ciegamente a los falsos maestros.  Recuerdo que el hermano Santiago Magaña tuvo que atender el caso de un Pastor que se había emborrachado. La congregación que se reunió  cuando el hermano Santiaguito llegó a destituir al Pastor gritaba: “¡Fuera de aquí, Presbítero! ¡Nosotros queremos a nuestro Pastor, aunque sea borracho!” ¡Lástima! Eso sucede cuando la iglesia, en vez de seguir a Cristo, sigue a los hombres. 

4.- ¿Cuál es, entonces, nuestro desafío?
4.1 Enseñar más y cantar menos.  Enseñar la sana doctrina a todos nuestros feligreses a fin de consolidarnos en la fe.
4.2 Volver al Reglamento Local. Cuando los hermanos Rafael D. Williams y Francisco Ramírez Arbizú, prepararon el primer Reglamento Local, que después se conoció como el Manual de Doctrinas y Prácticas Fundamentales de la CEAD, lo hicieron con el fin de darle a la feligresía una base sólida para su formación doctrinal.

Durante los primeros cincuenta años de historia de nuestra denominación, la totalidad de nuestros pastores usaron el Reglamento Local para enseñar doctrina a todos los candidatos al bautismo en agua. Por lo general se enseñaba en trece sesiones de más o menos una hora de duración. O sea tres meses. Durante ese tiempo, los nuevos creyentes daban testimonio de su fe, constancia, obediencia, conversión y fidelidad. Luego de este tiempo, los catecúmenos (nuevos convertidos) eran evaluados por el Pastor y Cuerpo Oficial para ver si llenaban los requisitos básicos y luego ser bautizados en agua. De esta forma, los hermanos que se bautizaban ya habían adquirido un conocimiento elemental, al menos, de las doctrinas que enseña, practica y defiende la Iglesia. Es más, algunos recordarán al famoso “Papa Chepe”, el maestro incansable del Instituto Bíblico que impartía la materia del Reglamento Local en primer año. En una clase del “Bíblico” hice la pregunta: “¿Cuántos conocen el Reglamento Local?”. Un veinte por ciento dijo desconocerlo.

He disfrutado el privilegio de ser parte de las comisiones que han revisado el Manual de Doctrinas y Prácticas Fundamentales (Reglamento Local). Considero que es un buen instrumento para el a b c de la vida cristiana.

Con el correr del tiempo más de algún ministro ha dejado de lado el documento en mención y enseñado otros temas doctrinales provenientes de otras fuentes, que no son precisamente, el sistema doctrinal de las Asambleas de Dios. ¿Cuál ha sido el resultado?  Ignorancia de la Palabra de Dios, fuga de la membresía a otras misiones, adquisición de herejías y en términos generales: confusión.

 Es necesario que todos los miembros de nuestras iglesias conozcan, al menos de manera elemental, las siguientes dieciséis doctrinas enseñadas, practicadas y defendidas por las Asambleas de Dios en los doscientos trece países donde tiene presencia:
1. La Biblia es inspirada por Dios, 2. El único Dios verdadero, 3. El Señor Jesucristo es plenamente Dios, 4. La caída del hombre, 5. La salvación del hombre, 6. Las ordenanzas de la Iglesia, 7. El bautismo en el Espíritu Santo, 8. La evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo, 9. La santificación, 10. La iglesia y su misión, 11. El ministerio, 12. La sanidad divina, 13. La esperanza bienaventurada, 14. El reino milenario de Cristo, 15. El juicio final, 16. Cielos nuevos y tierra nueva.

Debemos reconciliarnos con la doctrina porque la  Biblia habla de la  importancia de la misma. Veamos algunos ejemplos:

    • La gente se admiraba de la doctrina de Cristo. “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mt. 7:28-29)
    • Jesús trajo la doctrina de Dios.  “Mi doctrina no es mía, sino de Aquél que me envió” (Jn. 7:16)
    • La fundamentación doctrinal hace que el creyente sea estable. “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Ef. 4:14).Por ejemplo: los encantadores de serpientes.
    • La iglesia primigenia se caracterizó por perseverar en la doctrina. “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”. (Hch. 2:42)
    • El apóstol Pablo amonestó a los hermanos de Tesalónica a retener la doctrina.  “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra o por carta nuestra” (2 Ts.2:15).
    • El apóstol Juan exhortó a los hermanos que a los que no trajeran sana doctrina, que ni los recibieran en casa. “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis bienvenido. Porque el que le  dice bienvenido, participa en sus malas obras” (2 Jn. 10:10-11)
    • Y por último, el escritor de la carta a los Hebreos ordena no dejarnos llevar por doctrinas diversas. “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon  a los que se han ocupado de ellas”. (He. 13:9)

Sirva la oportunidad para animar a todos los “asambleístas” con estas palabras: “Volvamos, -en el caso de que nos hayamos alejado- a la doctrina bíblica”.

 

*El autor tiene más de 43 años de trayectoria ministerial. Actualmente es el Superintendente  Nacional de las Asambleas de Dios en El Salvador, cargo en el que se ha mantenido por más de 13 años.

 

 

 
 

 

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