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LA VIDA DEVOCIONAL DEL PASTOR, CLAVE PARA EL ÉXITO MINISTERIAL

Por Elid D. Magaña*

La vida del ministro difiere en gran manera con la de las personas cristianas que no tienen un llamado especial en la obra del Señor. La mayoría de creyentes está dedicada a trabajos diversos, ya sean éstos de carácter intelectual o de otra índole. El siervo de Dios ha consagrado su vida al servicio espiritual o eclesiástico, por lo que su prioridad es la dedicación a Dios; y su accionar está relacionado con Él y la iglesia. En virtud de esto, toma el ministerio con mucho amor, reverencia, y entrega sacrificial.

El Estudio y Meditación de la Palabra Inspirada de Dios.

Al hablar de la vida devocional del ministro como clave para el éxito ministerial, nos referimos al estudio de las Sagradas Escrituras que éste debe cultivar, entregando su vida a la contemplación y admiración reverente a ellas; así como de embeberse en las profundas aguas de la sagrada voluntad del Señor, plasmada en la Biblia.

Es un privilegio maravillosamente grande para el ministro y todo creyente, el deleitarse en la ley de Jehová, y meditar en ella, de día y de noche; pero es más glorioso, cuando a través del estudio de la Palabra, el Señor habla a la propia vida, toca sentimientos y emociones, y quebranta todo el ser, produciendo lágrimas mezcladas con adoración. Cuando esto ocurre, el ministro toma nuevas fuerzas, sus pensamientos se ponen en orden, el logos se convierte en rema en su misma vida, y “de su interior corren ríos de agua viva.”

Razón tuvo el Señor al decir: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. San Juan 5:39. El ministro que toma con devoción escudriñar las Escrituras, disfruta más de su relación con Dios, y es mayormente vitalizado en su ser interior. El himnógrafo escribió: “Oh cantádmelas otra vez, ¡bellas palabras de vida!; Hallo en ellas mi gozo y luz, ¡bellas palabras de vida!”.

Y aun cuando en ocasiones nos cuesta recordar lo que hemos leído, eso no quita el efecto que la Palabra hace en nuestra vida. Se cuenta de un niño que mandaron a traer agua en un canasto; al ver que no regresaba, fue su mamá al río para ver lo que el niño hacía; al mirarla, el niño le dijo: -- ¡Mira mamá, toda el agua se sale! -- ¡Mira hijo, que limpio está el canasto!- expresó la madre.

Cada vez que el canasto fue expuesto al agua quedó más limpio; asimismo nuestra vida, al someterla a la lectura, estudio y meditación de la Palabra del Señor, sus efectos serán notables. Debemos leerla, no solo para preparar sermones, sino para escuchar antes el sermón del cielo, que viene a nuestra vida mientras estudiamos y meditamos.

Lamentablemente muchos predicadores salen a compartir el mismo sermón, sin haber leído ni el bosquejo, porque no han tenido tiempo para su estudio devocional. Ante tal situación, cabe recordar que el ministro que se deleita estudiando y meditando en la Palabra del Señor, siempre tendrá vida, porque “estará bien plantado junto a las corrientes de aguas”. Será un siervo de Dios con un ministerio fructífero. Su vida ministerial no se marchitará y tendrá éxito.

Escuché una vez decir a un hermano Pastor, que había renunciado porque su ministerio terminó en la iglesia, pues se le acabaron los sermones y ya no hallaba qué predicar. Para evitar eso, leamos, estudiemos, meditemos y profundicemos en la Palabra. El Salmo uno, versículos dos y tres, nos dan la clave del éxito: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”

Oración y Ayuno, Parte Fundamental de la Vida Devocional del Ministro

Otro elemento esencial e indispensable en la vida devocional del ministro, es el tiempo que dedica a la oración y ayuno. En la oración se logra la comunión del hombre con Dios; como siervos de Él, debemos estar bien relacionados con el que nos llamó al ministerio, porque de lo contrario, no hay garantía de éxito en lo que emprendamos.

En cierta ocasión, junto a otro Pastor, visité la Asamblea de Dios “Sardis”, en Soyapango. Llegamos como a las ocho de la mañana y el pastor oraba encerrado. Decidimos esperarlo, pero, fueron las once de la mañana y no dejaba de orar. Llegaron unas hermanas a visitarlo, pero tampoco salió, las atendió la esposa de él. Nos retiramos, y el Pastor José Antonio Díaz, siguió orando.

Cuando él llegó al Instituto Bíblico “Betel”, le comentamos que habíamos llegado a su iglesia para visitarle, pero que no le fue posible atendernos:, a lo que él respondió humildemente, perdónenme. Este es uno de los hombres que supieron darle tiempo a la oración y ayuno.

También tuve el privilegio de celebrar una campaña evangelística con el hermano Pablo Rosales, ¡otro hombre de oración y ayuno! Se levantó a las cinco de la mañana a orar, no desayunó ni almorzó y se levantó de orar, hasta la hora de iniciar el culto, a las siete de la noche; esto fue por quince días; solo hacía un tiempo de comida, a las once de la noche; su mensaje era sencillo, pero el poder de Dios se manifestaba, bautizando a los creyentes, sin necesidad de tanta terapia pentecostal. Mientras cantaba sus coros alegres, los hermanos danzaban y hablaban en otras lenguas. Sin duda alguna, esto era fruto de su tiempo en la oración y ayuno.

El profeta Daniel tenía la devoción de arrodillarse tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios. Daniel 6:10. Al hombre que tiene la devoción de orar, Dios nunca lo dejará desamparado. En cuanto al ayuno, según la Biblia, Moisés y Jesús son los campeones.

El ministro de Dios necesita ser respaldado por el ayuno y oración para salir victoriosos frente a los ataques del maligno. Debemos tomar en serio que ayunar sin orar, solo es aguantar hambre; por tal razón el ayuno debe estar acompañado de la oración. Se puede dar seminarios sobre el ayuno y oración, y ser muy buenos para enseñar sobre dicho tema, pero a la hora de orar y ayunar es cuando se enseña con el ejemplo.

Como siervos del Señor, establezcamos tiempo para la lectura diaria y meditación de la Santa Biblia, la oración y el ayuno, como parte de nuestra devoción. No olvidemos que el Señor apartó tiempo para orar a solas. Consejería y Predicación.

Los ministros del Señor como parte de su devoción, a veces, dejan de comer a su tiempo para ministrar la vida de los creyentes, escuchar sus problemas y darles algún consejo a la luz de la Biblia. Animan a las personas y los ayudan espiritualmente para seguir en el evangelio; y si es necesario, los invita a reconciliar con el Señor. ¡Que feliz hace al ministro ver a los creyentes que con lágrimas en sus ojos reconcilian con el Señor! O que cuando hacen el llamamiento, muchos pasan al frente y reciben a Cristo como su Salvador. Lo hace dichoso el saber que ha hecho todo lo que puede por alcanzar esas almas que iban camino al infierno; y no por su propia capacidad, sino por la ayuda de Aquél que lo llamó a su servicio.

Esta es la vida devocional de un ministro del Señor: Lee, medita, ora, ayuna, aconseja, y predica la Palabra con vehemencia. Los que esto practican, han encontrado la clave del éxito ministerial.

 

 *El autor es Vocal de la Comisión que dirige a LUZ Y VIDA.

 

 

 
 

 

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