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¿Qué tan bíblica y efectiva es la confesión positiva de la fe?

Por Francisco Valdizón*

 

 

Hablar de la confesión de fe en sentido general, es referirse a un tema cien por ciento bíblico, cuando éste no ha sido forzado para justificar algunas enseñanzas de los últimos tiempos, que tergiversan la verdad revelada por Dios en su Palabra, fomentando tendencias neo-cristianas que se salen de la doctrina bíblica. Lo anterior nos hace considerar la postura de la confesión de fe positiva, desde los siguientes puntos de vista:

  1. La parte bíblica de la confesión de fe positiva.

La Biblia enseña que nuestra vida debe ser de fe y fundada en los principios de la Palabra de Dios. Aun cuando el hombre no ha visto literalmente a Dios, puede verle con los ojos de la fe, como un ser real, digno de ser honrado por toda su creación. Se debe creer por fe su existencia, y ver su manifestación de amor a la humanidad en la persona de su amado hijo Jesucristo.
La confesión de fe es tan bíblica, como cualquiera de las doctrinas básicas que creemos y practicamos las Asambleas de Dios. La Biblia insta a que confesemos nuestros pecados (1ª Juan 1:9). Cristo declaró que quien le confiese delante de los hombres, Él le confesará delante del Padre Celestial (Mateo10:32). Pablo exhortó a los romanos a confesar a Jesús como el único Señor (Romanos 10:9). Estas declaraciones bíblicas nos hablan de una confesión  sobre algo real y existente, lo que significa que el creyente puede y debe confesar esas verdades con toda seguridad. Pero la mal interpretada confesión positiva priva más por un interés egoísta y materialista que por honrar a Dios.
Los pecados son realidad, como lo es también el poder de Cristo para liberar al pecador. Lo que no es bíblico, es la astucia de algunos movimientos neo-cristianos que utilizan la Palabra de Dios para conseguir beneficios personales, forzando la expresión escrita y desviando la doctrina de su contexto escritural.

 La confesión de fe es bíblica, pero ¿Qué cosas debemos confesar por fe? Bueno, todas las promesas que Dios ha dejado en su Palabra, comenzando por el perdón de pecados y liberación de los mismos. También debemos confesar el poder de Jesucristo para efectuar cualquier milagro; la salvación, como un hecho consumado;  y por cierto, también, nuestra prosperidad desde el punto bíblico. ¿Cuál punto? Ese que se refiere a la voluntad de Dios expresada en 1ª Juan 5:14: “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye”.
Teológicamente, una declaración es positiva cuando no se sale de la voluntad de Dios. El Señor escucha lo que confesamos, siempre y cuando esa confesión lo honre primordialmente a Él. Jesús expresó con claridad que primero es el reino de Dios y su justicia y lo demás vendría por añadidura (Mateo 6:33). Cuando Juan habla en su tercera epístola acerca de la prosperidad, en ningún momento está fuera de la doctrina que ha mantenido en todos sus escritos, el problema está en que los amantes de la confesión positiva han desviado el significado correcto del mensaje apostólico. Juan pone como base la prosperidad espiritual al decir “Así como prospera tu alma”, en otras palabras, si eres espiritual, Dios te añadirá lo material.

  1. La efectividad de la confesión de fe positiva

Hemos declarado que la confesión de fe es bíblica, pero sale del marco bíblico, cuando los que la promueven buscan beneficios personales, forzando y estirando más allá de lo que significa en realidad la declaración escritural.
La Biblia nos enseña a declarar muchas cosas con nuestros labios, que previamente sabemos que son o se enmarcan dentro de la voluntad de Dios. Por ejemplo: mi salvación, santidad, devoción y servicio al Señor; pero debemos entender que las cosas no suceden simplemente porque las declaremos. Somos incapaces de producir un milagro o hacer descender dinero del cielo, -como algunos lo desearían-. El único que tiene poder para crear de la nada es Dios, y de lo hecho por Él tenemos el privilegio de tomar por su misericordia.
Los que creen en la confesión positiva, enseñan que  los creyentes deben declarar las cosas que quieren para ellos, en vez de permanecer orando para obtenerlas. Esto contradice la doctrina bíblica que nos manda a pedir a Dios aun el pan de cada día; cuanto más, las bendiciones que necesitamos, las cuales recibiremos si en su soberanía el Señor así lo quiere (Santiago 4:15). Recordemos que la voluntad de Dios está sobre la humana, por lo que recibir lo que el creyente quiere no depende de sí mismo, sino de la buena disposición de Dios.
Reafirmó que la efectividad de una confesión de fe no depende de mi deseo, sino del que Dios tiene para mi vida, el cual se manifiesta en su vehemente interés en que lo conozca más, que por satisfacer mis gustos personales. El error de los creyentes se evidencia en su interesado amor por las bendiciones materiales y no en darle al Señor su vida en servicio y adoración, reconociendo que la felicidad de una persona no se refleja en los bienes que posee, sino en su  relación con Jesucristo.
Finalmente, debemos confesar que Jesucristo es Dios, único mediador entre Dios y los hombres, y que solo aquellos que le reciban como Salvador tendrán la vida eterna, no importando si tuvieron bienes en esta tierra o no. Lo más importante  es que nuestros nombres estén registrados en el libro de la vida. ¿Lo está el suyo?

 

 

 

*El autor es uno de los primeros   cuatro salvadoreños graduados en “Maestría en Teología Práctica” el 17 de mayo de 2013.

Actualmente  pastorea la Asamblea de Dios Betel, en Santa Tecla, La Libertad y es el Representante del Instituto de Superación Ministerial para El Salvador

 

 

 

 

 

 
 

 

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