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Los medios de comunicación son vistos tradicionalmente como entes importantes en la sociedad por su labor de informar, entretener y educar, pero además por su potente capacidad de generar opinión pública. Tienen el poder de intervenir en nuestras percepciones, modificándolas y moldeándolas. Cautivan nuestra atención, entremetiéndose en nuestra agenda diaria. Tienen el poder de inmiscuirse hasta en nuestra educación, formándonos según sus propios códigos de conducta. Por eso los mass media son sin duda, el cuarto poder. Un poder que transforma, seduce, induce, persuade y cautiva.

Imaginemos ahora el mismo escenario con el mismo poder, pero como plusvalía,los valores del Reino de Dios… ¡exacto! La escena se transforma considerablemente. Transmuta a un medio de comunicación que no sólo informa, educa y entretiene con responsabilidad y ética, sino que también instruye, edifica, equipa, orienta, enseña, incentiva, enfoca,  conduce… ¡Un medio que irradia luz y transmite vida!

La luz, sus funciones
Al razonar sobre la finalidad de la luz, naturalmente la idea mental más próxima es la de iluminar. Olvidamos que ésta también es una forma de energía capaz de provocar cambios en los cuerpos (usted sabe muy bien que nuestra piel cambia su coloración al exponerla por mucho tiempo a la luz solar). Además, es una importante fuente de energía para las algas, plantas y algunas bacterias que la utilizan para su desarrollo, crecimiento y reproducción (fotosíntesis).

En cine, por su parte, la luz es un elemento imprescindible. La iluminación crea sombras, arrugas, rejuvenece o envejece, crea efectos psicológicos del personaje; en función de donde se coloque, la luz cambia la atmósfera de una película. No es de extrañar que inclusive se haya llegado a asociar la oscuridad con depresión y confusión; y la luz, con la felicidad. Y así sucesivamente, pudiéramos seguir hablando mucho de ella, de sus virtudes, sus usos, sus funciones. Indudablemente su importancia excede los límites del pensamiento y la imaginación.

 

La vida, su razón de ser
La vida lo es todo. No hay definición precisa de lo que es. La biología, la filosofía, la física, la química y hasta la religión la describen a su manera. De ahí que la Real Academia Española alargue la lista de resultados al introducir el término “vida” en las opciones de búsqueda en la web.  Que es un “estado de actividad de los seres orgánicos”, que también se define como la “unión del alma y del cuerpo”, y hasta se dice que es aquella “cosa que origina suma complacencia”.


Si se trata de tener un axioma contundente e incuestionable, basta con admitir que la vida proviene del mismo Dios, porque fue él quien formó al hombre y con tan solo un soplo fue capaz de producirla. Increíble ¿no?

Luz y vida
Volvamos al principio de todo. A la razón de lo que nos llevó a dilucidar en estos asuntos, y habiendo comprendido el panorama en todo su contexto, sumemos: el poder de un medio de comunicación, el fulgor de la luz y la savia de la vida, ¿cuál es el resultado? Estoy segura que ni siquiera debo escribir la respuesta. Aunque parezca un simple juego de palabras la evidencia la tiene ante sus ojos en este mismo momento.

Desde hoy, cuando llegue una edición de esta revista a sus manos, piense en todo lo intangible que ella representa y lo que realmente se aleja de su esencia. No es una más del espectro mediático ni tan solo la publicación de una denominación. No es parte de la “papelería”  que  “viene en el paquete” ni otro departamento de la Organización. Es un medio que más allá de cumplir una función informativa, también instruye, edifica, equipa, orienta, enseña, incentiva, enfoca,  conduce, anima…un medio que por veinticinco años ha contado a través de sus páginas las más fascinantes hazañas de hombres y mujeres de Dios. Un medio que ha calcado las imágenes y relatos que hoy le cuentan la historia a las nuevas generaciones.

Un medio que ha cedido su pluma para que se escriban interesantes perspectivas de temas de coyuntura en nuestra cambiante sociedad. Un medio que corre la voz de los más emblemáticos logros que como familia asambleísta se ha alcanzado. Un medio que retrata los rostros de aquellos hombres y mujeres que se desgastaron en la obra de Dios para apreciar su trabajo y fijarlo en nuestra memoria. Un medio que facilita insumos y herramientas al nuevo obrero y al que ha recorrido buen tramo de la carrera. Un medio que empleando la prosa o el verso siempre habla nuestro mismo lenguaje. Un medio cuya visión no se ha desvanecido con el correr de los años, y que al cabo de más de dos décadas puede decirse que tiene un código genético único e irrepetible: ¡irradiar luz y transmitir vida!

 

*La autora es Licda. en Comunicaciones, Productora en Corporación Cristiana de Radio y Televisión y docente en la Universidad José Matías Delgado.
Hasta el año 2005, colaboró en el área de corrección de estilo de la Revista Luz y Vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

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