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Era un día soleado en la ciudad de Usulután. Tocamos a la puerta del hogar indicado. De repente, un hombre de semblante cálido y pacífico salió a recibirnos e invitarnos a pasar adelante. Allí comenzamos una entrevista muy interesante, en la que conocimos a este hombre de Dios, líder que sigue dando su vida en Las Asambleas de Dios de El Salvador. Su vida, ministerio, juventud y familia, son parte de los temas que abordaremos con él.

Aun cuando ha entregado sus días al ministerio, en sus primeros años de juventud -según sus propias palabras- era amante de los bailes, y hombre machista, que arreglaba  todo a golpes, y nunca se dejaba ganar de nadie. Se había propuesto, que si alguien le golpeaba, no le dejaría vivir.

Nos manifestó que Dios cambio su vida para siempre, librándolo de una de las cadenas más grandes para un hombre: la adicción a las mujeres. Asegura que era un mujeriego que no se conformaba con una sola. Los que lo conocemos, no podríamos creer semejante situación, pues como hijo de Dios, ha testificado de la obra maravillosa en su vida.  Producto de esa transformación, Dios le colocó en varios ministerios dentro de la iglesia y luego lo llamó al pastorado. Asimismo, se ha desempeñado en otros privilegios dentro de la Corporación

  ¿Cuéntenos las condiciones en que nació Cornelio Lemus?
Mi padre se llamaba Cornelio Saravia y mi mamá Ramona Lemus. Ambos vivían una vida desordenada. Mi niñez fue muy difícil. Mi papá casi nunca estaba en casa. Cuando nací, mi madre fue quien me asentó en la Alcaldía, pues él andaba de parranda. Se enteró de mi nacimiento hasta después de tres días.


      ¿Por qué no lleva el apellido de su padre?
Porque soy hijo ilegítimo; mis padres no eran casados y mi madrecita decidió ponerme su apellido como el principal. No sé mucho de mis padres ni de la familia de ellos, pues mis abuelos murieron al nacer mis padres; extraño, pero así fue.


     ¿Cómo era de niño, travieso o tranquilo?
Me crie solo con mi mamá, ella era campesina. A mi corta edad, a los seis años, ya trabajaba con el ganado y aprendí a ordeñar vacas. Las circunstancias me obligaron, pues era el único varón en la familia y mi madre no tenía a nadie más. Fui a la Escuela con mucha dificultad. Por mi baja estatura, mi mamá no quería dejarme ir a la escuela, decía que los demás niños me iban a golpear.


     ¿Entonces cómo se superó académicamente?
Cuando tenía catorce años trabajé en una farmacia aquí en Usulután, con un doctor, quien me ayudó a superarme autodidácticamente. En la escuela solo llegué a tercer grado. Siendo Pastor, el hermano Delon Rance, me impulsó a  sacar mi bachillerato y obtener otros conocimientos.
    ¿A qué edad y cómo  conoció a Cristo?


Tenía catorce años cuando mi papá aceptó al Señor, y como mi familia no simpatizaba con el evangelio lo echaron de la casa; así que lo veía solo de vez en cuando. Un día él me dijo que iba para una fiesta en San Miguel; me sorprendió, porque para mí, los evangélicos no hacían fiestas. Es una fiesta espiritual, donde hay música y muchas personas de diferentes lugares, me dijo. Me llamó la atención, pues me gustaba la música y pensé que habría muchachas bonitas. Conseguí dinero prestado y me fui con mi papá para la  fiesta…¡era un gran culto lleno de la gloria de Dios!


     ¿Usted tenía el propósito de hacerse evangélico?
No, para nada. Fui porque pensé que los evangélicos harían baile o algo así, pues me habían anunciado la música. Además de eso, tenía una novia que me prometió irse conmigo… y cuando llegué para consumar el trato, me dijo que no, que si la quería, que me casara con ella, pero irse a escondidas, no. Siempre  había pensado que las mujeres no deben mandarlo a uno, entonces dije no, no será como ella dice. Me propuse con la ayuda de un amigo, arrastrarla, llevármela por la fuerza, tener sexo con ella y después dejarla, aunque me metieran preso. No me importaban las consecuencias, quería demostrarle que con los hombres no se juega. Esos eran mis planes, pero Dios tenía los suyos para mí.


     ¿Recuerda cómo se llamaba ella?
Si claro, Rosa Alba Campos; por cierto, hace unos tres años supe que murió.


    ¿Qué pasó en la fiesta de San Miguel?
Llegué y desde que entré sentí algo extraño. Extraño, pero agradable. Cantaban alabanzas muy alegres. Recuerdo a un niño que estaba a mi lado, humilde, con pantalones cortos, pero alababa  a Dios con un gozo inexplicable. Luego se acercó a mí el hermano Daniel Anaya y me preguntó si ya era creyente.
 -No -le dije- tal vez después lo haga. Entonces me refirió unas palabras que impactaron mi vida:
- “En la tardanza hay peligro, muchacho, ¿qué tal si mueres sin conocer a Dios”. Hacía unos días, por poco me mataban en un baile. Recordé ese suceso y le dije:

  • Si Dios me ayuda, acepto a Jesús.

La fiesta era en el Templo “Betel” de San Miguel, y el Pastor de ese tiempo, José Patricio López. Eso fue un 6 de julio de 1956, cuando nací de nuevo.


      ¿Qué problemas superó después de su conversión?
Usted sabe que uno de joven tiene sus entretenciones, los míos eran los vicios, los bailes y las mujeres.


     ¿Tomaba licor?
No, eso nunca me gustó; mi problema era que tenía varias mujeres. Cervezas tal vez una o dos, pero no era borracho. Tenía cuatro debilidades: Primero, el temperamento; decía: si alguien me toca y me deja vivo, lo busco y lo mató. Segundo, los bailes; tercero, el cine y, cuarto,  las mujeres.


     ¿Cuántos son sus hermanos?
Siete; cuatro hembras y tres varones. Lamentablemente murieron tres al nacer -dos hermanos y una hermana. Mi madre estaba preocupada, pues le decían que yo también moriría. Para evitar eso, decidió ofrecerme a Jesús del Rescate, un ídolo que había en Ciudad Barrios, San Miguel. A la edad de once años me llevó y en una ceremonia me ofreció al tal santo. Y para que el sacrificio fuera más aceptable, fuimos a pie, desde Ereguayquín hasta Ciudad Barrios, (alrededor de 60 kilómetros); fue un viaje de cinco días.


    ¿Qué le hizo tomar el camino del ministerio pastoral?
Un llamado confirmado por Dios. Desde que me bautizaron comencé a servir en diferentes áreas de la iglesia local. Luego fui al (Instituto) Bíblico. Había una pasión en mi alma por el ministerio y me dijeron que la única forma de ingresar al pastorado era estudiando en el Instituto Bíblico. De inmediato “Papa Chepe” (José Irene Granados), se fijó en mí. Inicié un lunes y para ese mismo fin de semana, me enviaron a pastorear… fui a Chinameca. Me dejaron en la casa de una señora que ni si quiera era creyente, sino la madre de un compañero del Bíblico. Ella encendió un “candil”, (luz que funciona con gas kerosene usado en el campo),  (y me prestó) un par de sillas de madera…y eso fue todo. Ni creyentes, ni local… había que comenzar de cero.


Allí me quedé desde el 7 de diciembre de 1957, hasta enero de 1962. Dios me prosperó y abrí dos “Campos Blancos” (lugares de predicación fuera del templo) más, en el (Cantón) El Nancito y en Nueva Guadalupe. En poco tiempo, ya tenía 48 creyentes en el campo de El Nancito, más que en la sede de Chinameca. De modo que ellos eran los que me sostenían financieramente. En esos días vino el golpe: El hermano Arturo Lindvall, le dijo al Presbítero (Supervisor del Distrito): “Vaya y coloque Pastor en el campo de El Nancito”, y así fue, las órdenes de Lindvall no podían discutirse. Me quitaron el campo…me dolió, pero lo superé.
Una anécdota interesante fue que mientras estudie mi segundo año en el “bíblico”, dejé la iglesia a cargo del pastor José Ramos, pero en menos de un mes, ya había hecho un “desbarajuste”.


     ¿Qué fue lo que hizo José Ramos?
Se metió en serios problemas con un hermano de la iglesia, pues era celoso y pensó que éste (Pastor) le quería quitar la señora. Me llamaron de emergencia y me regresé para arreglar el problema. Él no tenía llamado ministerial;era de esos pastores autoritarios que creen que con su prepotencia van a pastorear la grey del Señor.


    ¿Qué pasó después de pastorear Chinameca, cuando se cumplieron los seis años?
Fui para pastorear Zacatecoluca. La iglesia tenía sólo quince creyentes. Me gustó porque quedaba cerca del “bíblico.” Me quedé allí solo ocho años, pues en el año (mil novecientos) setenta, el hermano Abel de la Cruz fue electo Presbítero Ejecutivo y, fui para sustituirlo a la Iglesia “Betel” de Santa Ana.


    ¿Cómo conoció a su esposa?
Ella se congregaba en la Iglesia de San Rafael Oriente, la misma donde yo había sido miembro. Allí la conocí y en ese mismo lugar nos casamos el 24 de febrero de 1961.


    ¿Cuántos hijos tienen y a qué se dedican?
Once hijos, pero solo sobreviven nueve. Todos sirven a Dios. Tres son pastores: dos en Canadá -en Vancouver y Montreal-; y el tercero, en San Diego, California, Estados Unidos. Los demás sirven de alguna forma en la Obra del Señor.


     ¿Cómo nace el llamado al ministerio pastoral en sus hijos?
Milagrosamente. Cuando se fueron de aquí, eran inconversos, no querían nada con Dios y menos con el ministerio.


     ¿En qué cree que falló usted para que sus hijos se desviaran del camino del Señor?
Creo que como eran varios, y por las limitaciones económicas, no les pude dar la atención que necesitaban. Además, fallé, en ocuparme demasiado en el ministerio. En aquellos tiempos se nos enseñó que primero Dios, segundo la iglesia y tercero la familia. Eso está malo, lleva a la pérdida de la familia; creo que debe haber un equilibrio.


     Si Cornelio Lemus volviera a nacer y a tener una familia, ¿practicaría ese mismo orden que enseñaron los pioneros de la  obra: Primero Dios, segundo la iglesia y tercero la familia?
No…lo cambiaría. Ahora creo diferente: Primero Dios, segundo la familia y, tercero, la iglesia. Sinceramente creo que no dí suficiente tiempo a mi familia.


     ¿Cuáles han sido las tentaciones más difíciles de vencer en su carrera de ministro evangélico?
Hablando oro, mi problema mayor fueron las mujeres; pero cuando vine a Cristo me liberó. A lo largo de mi vida he tenido tentaciones en ese sentido.


      Los problemas que conlleva el ministerio son muchos y muy difíciles, ¿pensó en alguna ocasión dejarlo?
Cuando se pusieron de moda “Los Encuentros” me sentí tentado a renunciar a la posición de Ejecutivo de Zona. Había demasiados roces y les dije que antes de ceder a esas prácticas antibíblicas, prefería dejar el presbiterio de zona.


      ¿En cuántas iglesias ha trabajado en su trayectoria ministerial?
Inicié en Chinameca, y en el paso de todo mi ministerio, hago cuentas de que he trabajado en veintitrés iglesias y varias filiales (la mayoría de ellas las fundé). Luego trabajé en varios ministerios nacionales: Director Nacional de Escuela Dominical y dieciséis años como Presbítero Ejecutivo, sin contar en detalle el tiempo que fui Presbítero de Distrito.


     ¿Ahora que ya no es miembro del Comité Ejecutivo a qué se dedica Cornelio Lemus?
Soy Pastor del Centro Evangelístico Adoración Cristo Rey, aquí en la ciudad de Usulután. Me siento feliz al desempeñar lo que amo hacer; además, es un ministerio en el que servimos como familia.
    
    ¿Quién es el pastor de las Asambleas de Dios de El Salvador que más admiró o admira si estuviera aún con vida?
José Fidel Amaya. Un hombre que no era intelectual, pero sí muy usado por Dios. Ese hombre ha dejado huellas en la Iglesia Betel de Santa Ana, y en todo el país.


    ¿A qué misionero internacional admira, o admiró, si es que ya partió para estar con el Señor?
A Arturo Lindvall, por su carácter; era un hombre que ejercía presión a los pastores para que trabajaran. Cuando estaba frente a un pueblo donde no había iglesia, literalmente lloraba. Él vivía en su casita rodante, dormía donde le agarraba la noche.


     ¿Cómo quiere que recuerden a Cornelio Lemus las siguientes generaciones si Cristo tarda en venir?
Como un hombre que tenía visión por el crecimiento de la Obra de Dios.


      Dé tres consejos prácticos a los ministros para que lleguemos a servir como tales durante casi seis décadas.
Primero, que estén dispuestos a sufrir por la causa del evangelio. Como dijo Santiago Magaña: “Primero es la Cruz y después la corona.” Segundo, que acepten la voluntad de Dios siempre. Tercero, que no pregunten qué ofrece la iglesia a la que son enviados.


¡Tiro al plato! Respuestas cortas.

 ¿Qué significa para usted…?

Las Asambleas de Dios.
Instrumento de Dios

El Instituto Bíblico Betel del pasado
Se trabajaba mejor que hoy

El Instituto Bíblico Betel del presente
      Cualquiera estudia
Lomas de San Marcelino
Nuestras bases

Arturo Lindvall
El ministerio estaba en su corazón

Barraza Piche
Está trabajando fuerte

El Comité Ejecutivo
Yo ya pasé por allí

La Biblia
Carta del Cielo

Jesucristo
La única esperanza

Cita bíblica
       Romanos 8:28

Sus hijos
Estoy satisfecho

Ana María Chávez
Mujer idónea

Juan Bueno
Lo admiro

La política
Todo es política

El papa Francisco
Ciego guiando ciegos

El ministerio pastoral
La mies es mucha

Revista Luz y Vida
      Siempre la leo

Cornelio Lemus
       Un hombre



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

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