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CÓMO, POR QUÉ Y DÓNDE DEBEN DIEZMAR LOS MINISTROS DE DIOS

Por Jeremías Bolaños Anaya
jeremias43@integra.com.sv

 

Una de las muchas buenas lecciones que aprendí en los seis años (1970-76) que trabajé como Pastor Asociado del Centro Evangelístico de Las Asambleas de Dios en San Salvador, siendo el Pastor Principal nuestro hermano Juan Bueno, fue la puntualidad y la exactitud en enviar los diezmos de la iglesia al Fondo General de la Conferencia. Y cada nueva iglesia filial que se establecía debía, igual que la iglesia madre, comenzar a diezmar. Mientras funcionaban como filiales entregaban sus diezmos al fondo del Centro Evangelístico, pero al “graduarse”, es decir, convertirse en iglesia independiente, comenzaban de inmediato a enviar los diezmos al Fondo General de la Conferencia Evangélica de las Asambleas de Dios (CEAD). Y observo que toda iglesia que fue filial del Centro Evangelístico se caracteriza por su fidelidad en diezmar a la Corporación.

Me llena de satisfacción constatar que la mayoría de nuestras “Asambleas” en el país se están esforzando en cumplir con esta obligación sagrada. Con optimismo espero que llegue el día cuando todas las iglesias sean completamente fieles a este compromiso. Desde las más pequeñas y nuevas hasta las numerosas y de mayor edad. Desde la ubicada en el lugar más remoto hasta las de la capital. No importará la cantidad diezmada, pero sí la fidelidad. Así el “alfolí”,  que es el Fondo General de la Corporación, rebosará. Habrá alimento. Alcanzará para cubrir el presupuesto anual.

Muchas personas ven a la Conferencia como una institución muy rica…. ¡y en efecto lo es! Pero tal riqueza reside en cada una de las mil setecientas congregaciones que formamos la CEAD. Cada congregación debe cubrir su propio presupuesto para sostener a la familia pastoral y hacerle frente a todos los gastos de funcionamiento de la iglesia: pago de luz, agua, teléfonos, gasolina, mantenimiento de vehículos, pagos de impuestos, literatura de Escuela Dominical, literatura evangelística, proyectos de extensión, ofrendas misioneras, ayudas a necesitados de la comunidad, diezmos al fondo general, entre otros.

La Oficina Central se sostiene de los diezmos que envían los pastores e iglesias, y con este dinero se establece un fondo general. De él se dedican el 4%  para el Fondo de Misiones Foráneas, el 3% pertenece al Instituto Bíblico “Betel” Central, otro 3% para la Comisión Nacional de Evangelismo, el 2% a Radio Verdad, el 5% al Sistema de Protección Ministerial, el 1% a la Revista Luz y Vida, el 4% para ayudar a pequeñas congregaciones con  necesidades de más de alguna reparación de casas pastorales o templos, el 7% sirve para pequeñas ayudas a algunos de los Departamentos Nacionales, Comisiones y Ministerios y para el mantenimiento de la Montaña de Oración y el Complejo “Betel” en Cupinco.
                                                          
La Tesorería de la CEAD, entonces, solo dispone del 71% del Fondo General. Con esto debe hacer ajustes para el pago de salarios y prestaciones laborales de los miembros del Comité Ejecutivo y de todo el personal que labora en la oficina, un total de quince personas. Más todos los gastos de papelería, licencias, impuestos, servicios, mantenimiento de vehículos, edificios y casas de ejecutivos y mil y una necesidades que se presentan a diario.

Aún con todos estos gastos, desde que la Conferencia comenzó a entregar el cuatro por ciento para las misiones foráneas, los ingresos mejoraron. Prueba de ello ha sido la adquisición de trece manzanas de terreno en el Cantón Cupinco de Olocuilta. Para dicha compra fue necesario hacer un préstamo a uno de los bancos del Sistema. El crédito se obtuvo por un monto de seiscientos mil dólares pagaderos en  diez años. Con la ayuda del Señor,  en cuatro años la cuenta ha sido cancelada en su totalidad.

“Probadme ahora en esto” (nótese el sentido de urgencia) dice el Señor a través del profeta Malaquías. ¿Cuándo vamos a empezar? Sin duda, ¡ahora! ¿Qué debemos hacer? Primero confesar muy sinceramente delante del Señor por haberle fallado tanto tiempo; y pedir perdón por haber robado. “¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado.  Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas”. (Malaquías 3.8).  Sólo así convertiremos la maldición en bendición. “Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado” (Malaquías 3:9).  Si el mensaje de Malaquías fuera dicho a las Asambleas de Dios de El Salvador lo habría escrito de esta manera: Malditas son todas las iglesias con maldición, porque ustedes, las iglesias todas, me han robado. (Paráfrasis del autor). Pero como se dijo anteriormente, pocas congregaciones locales caen en tal categoría. Y pronto quedarán fuera de maldición, pues tornarán la maldición en bendición cuando empiecen a cumplir con el mandato divino.

Pero cómo, por qué y dónde deben los ministros de Dios diezmar. El Pastor es como un padre de familia de los que en verdad ejercen su autoridad como Dios manda. La esposa y los hijos están sujetos a él y obedecen sus órdenes sin ningún cuestionamiento. Sobre todo cuando sus indicaciones concuerdan con lo ordenado en La Palabra del Señor.

Podría ser que en alguna de nuestras iglesias haya todavía aquellas viejas ideas de que “La Conferencia tiene plata. No necesita de estos centavos. Y, además, ¿cuánto han dado para construir este templo?”. Si la Conferencia tuviese que construirles templos a las mil setecientas iglesias sería imposible cumplir tal cometido. Y ello no estaría acorde al ideal bíblico de establecer iglesias locales que se gobiernen, propaguen y sostengan por sí mismas.

El Pastor lleva consigo el llamado para lograr que la iglesia que preside comprenda, que no se trata de imponerle carga económica a la congregación, sino que sea fiel y obediente a la Palabra de Dios en cuanto a su responsabilidad financiera. Y lo recalca la Biblia: “Abriré las ventanas de los cielos y  derramaré bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10).

Respondiendo, entonces, a la primera pregunta: ¿Cómo? Siendo fiel él mismo. No se trata de la cantidad sino del porcentaje bíblico. Es muy fácil (como algunos acostumbran últimamente) llegar un mes antes de refrendar su  credencial ministerial con una ofrenda X. Al ver reflejado en el reporte tal ofrenda, el ministro ya está facultado para recibirla. Pero, ¿cómo es posible que un ministro con ingresos altos resulte que a fin de año “diezmó” diez dólares? ¡No es lógico! ¿Cómo puedo vivir con un ingreso de cien dólares un año entero?

Otro podría argumentar: “En mi iglesia no diezman en efectivo sino maíz, frijoles y otras especies de sus cosechas”. Igual. Ese maíz y esos frijoles, tienen un precio y hay que calcularlo y traer el diezmo cabal.

De igual forma, la iglesia diezmará de todos sus ingresos. Y aquí vamos a poner el dedo en la llaga. No comprendo cómo en algunas de nuestras Asambleas Generales aprobamos acuerdos que riñen con la enseñanza bíblica: Los jóvenes envían sus diezmos a la oficina nacional de los Embajadores de Cristo, las hermanas a la oficina nacional del Concilio Misionero Femenil, los institutos bíblicos anexos, al Instituto Bíblico “Betel” Central. Cuando éstos diezmos debieran ingresar al Fondo General de la Conferencia. También las instituciones como Castillo del Rey, Universidad Cristiana de las Asambleas de Dios, Liceos Cristianos y los  colegios de las iglesias deberían hacer lo mismo: traer sus diezmos a un solo fondo, El Fondo General de la CEAD. Así se podría hacer planes y proyectos de bendición para la Obra nacional.  ¿Por qué? Por el amplio apoyo bíblico.

¿Dónde? Se oye decir que algunos de nuestros ministros dan su diezmo a favor del pago de cuotas de deudas bancarias adquiridas por la iglesia. Otros que lo dan a alguien con necesidades. Otros al fondo misionero;  y más de alguno se lo embolsa simplemente. Cuando llega el momento de revalidar su licencia ministerial se encuentran con que la casilla con su nombre refleja cero diezmos, y la licencia le es denegada. El diezmo del Pastor a la Conferencia establece el vínculo de él con ésta. Le da un sentido de pertenencia. Lo hace sentir que es miembro pleno de esta gran familia. Pero sobre todo, lo hace estar en paz con Dios.  Por ello, con toda regularidad, al fin de cada mes, los ministros credenciados debemos traer con todo amor nuestros diezmos al Fondo General de nuestra amada Conferencia.

Y el Señor nos sigue diciendo “probadme ahora en esto”.  Que el Dueño del oro y de la plata nos siga ayudando “para que abunde en vosotros toda gracia”.   

 

 

*El Pastor Jeremías Bolaños Anaya ha servido 30 años como miembro del Comité Ejecutivo  de la Conferencia Evangélica de las  Asambleas de Dios de El Salvador. Desde 1996 Sirve como Superintendente General de la Corporación.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

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