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DEL DIRECTOR

director@luzyvida.com.sv


Índices alarmantes de desempleo, cierre de fuentes de trabajo, alto costo de la canasta básica, incremento descontrolado de la delincuencia, -son a manera de ejemplo- realidades a las que estamos expuestos cotidianamente los salvadoreños. Súmese a este gris panorama, la corrupción institucional, el crimen organizado, el alarmante endeudamiento poblacional, el déficit habitacional, entre otras importantes y sensibles dificultantes.


Si bien las autoridades hacen esfuerzos desesperados por resolver algunas de estas problemáticas, la realidad diaria demuestra que poco o nada  han logrado. Y según puede apreciarse, el horizonte de nuestra nación no parece - por lo menos a corto plazo- halagador en ningún aspecto para nadie. No falta algún optimista que vaticina tiempos halagüeños y predice el devenir de días mejores. ¡Bien por esa actitud!  Pero eso no modifica ni altera la realidad.


Y es que la solución de los inconvenientes nacionales, no sólo depende de atender las circunstancias locales. Hay factores de orden mundial que han influido e influyen directamente sobre el país. Los problemas globales son alarmantes, entre ellos pueden mencionarse: la crisis alimentaria,  la sobrepoblación, los precios elevados de los hidrocarburos, los fenómenos climatológicos, la crisis política y económica que golpean con severidad incluso a los países desarrollados.


En cuanto al tema alimentario,  se prevé que “unos cien millones de personas pueden verse seriamente en riesgo por la crisis.”   Un columnista de un respetable medio de comunicación escrito, afirma que hoy se irán a la cama con hambre unos cuatrocientos cincuenta millones de personas. Aludidos por esta desalentadora noticia, debemos preguntarnos: ¿Cuántos salvadoreños nos veremos afectados por la crisis? Ö, mejor aún: ¿Cuántos estamos siendo afectados? No hay duda que sobre esto tenemos una acertada respuesta: muchos.


Y tal parece que la situación alimentaria va para largo. El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick ha asegurado en México que “la crisis alimentaría mundial continuará hasta el 2015 con los precios elevados de los granos, y descarta que éstos puedan recuperar los niveles del 2004.”   La comida y el agua son elementos vitales para la subsistencia de las masas poblacionales, quienes cada vez demandan más de estos recursos.
El agua por su parte, está llegando a menos hogares porque “la provisión de agua dulce está disminuyendo a nivel mundial. Una persona de cada cinco ya no tiene acceso al agua potable. Casi una de cada tres, no dispone de medios de saneamiento adecuados. Lugares como el Distrito Federal, el Altiplano y el Chaco Argentinos, África Occidental, Cataluña, Turquía, El Nilo y el Medio Oriente han comenzado a preocuparse por el problema del agua.”


Creo que la dinámica de los tiempos que vivimos, llevará a la iglesia y a los ministros de la Palabra a asumir un rol más protagónico e integral, que sin dejar de lado el mensaje del evangelio, asumamos una tarea educativa, preventiva y formativa en nuestras congregaciones para prevenirlas y prepararlas a enfrentar estos desafíos.


 Educativa, en el sentido que debemos enseñar  como lidiar con la crisis, asumiendo un papel más responsable en el uso de los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos. Preventiva, porque sino aprendemos a ser previsores y a planificar nuestros gastos y consumo, bien pronto vamos a ser víctimas desesperadas de la miseria y la pobreza extrema. Formativa porque necesitamos formar una disciplina de administración razonable de nuestro presupuesto familiar, del uso medido del agua, del tratamiento adecuado de la basura, de blindarnos contra la campaña publicitaria y comercial agresiva, que trata de crear necesidades en nosotros que realmente no existen.


¡Que Dios nos ayude a salir adelante y nos de fuerza para no desmayar! Que nos de sabiduría salomónica para caminar en este valle de dificultades sin sufrir caídas que nos hagan perder la fe.  Que nos haga más solidarios para no abandonar a aquellos hermanos menos afortunados, que a diferencia de nosotros no aprovecharon las oportunidades que Dios les dio. En esta edición abordaremos el tema del momento: la crisis en sus diferentes aspectos.  ¡Claro! Analizándola a la luz de la bendita Palabra de Dios.


Es el deseo de la Comisión de la Revista Luz y Vida, que este número sea de ayuda para el gremio pastoral y para todo aquel a cuyas manos llegue un ejemplar de este medio informativo de la Conferencia Evangélica de las Asambleas de Dios en El Salvador.

 

 

 

 

 
 

 

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